¿CONOCIÓ
JESÚS A UN TAL “LUCIFER”?
Taxativamente No. Pero
es necesario que proporcione argumentos
que respaldan lo que manifiesto.
En primer lugar, no
existe en la biblia (en sus idiomas originales) la palabra lucifer. Jamás
nuestro Señor Jesucristo expulsó a un demonio llamado Satanás. Más bien, el
demonio que siempre se menciona es Satanás, pero ¿Qué no son exactamente los
mismos? Nuevamente No. Dicho sea de paso, la palabra Lucifer no es indicativo
de demonio ni maldad, es más, en cierta ocasión en una eucaristía del santo
padre Francisco, llego un momento que el coro
dijo lo siguiente: “Flammas eius lucifer matutinus invéniat, ille
inquam, lucifer, qui, nescit”, esto dio la vuelta al mundo, y es que muchos por
ignorancia y otros por maldad anticatólica, afirmaban que en el vaticano se
adoraba al “demonio” Lucifer, sin saber que la palabra latina lucifer significa
lucero en español, y es precisamente Jesucristo nuestro Dios quien es ese
lucero resplandeciente o estrella resplandeciente de la mañana.
“Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones. (2 Pedro 1,19)
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en
las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de
David, la estrella resplandeciente de la mañana.(Apocalipsis
22,16)
Vayamos a los orígenes
de la palabra latina Lucifer.
Normalmente se entiende
que la palabra Lucifer viene del Latín Lux = Luz y fero = llevar, es decir
“portador de Luz”, sin embargo es erróneo, ya que el significado más fidedigno
seria “Estrella de la mañana”. La palabra “portador de Luz” sería en latín “luciferarius”.
Este personaje no corresponde de ninguna manera a la cultura hebrea ni antes ni
en la vida terrena de Nuestro Señor Jesucristo. Este ente pertenece a la
mitología romana, y este Lucifer no es más que a su equivalente Eósforos
“portador de la Aurora” de la mitología Griega. Este ser eran para ambas
culturas un dios, el Luciferismo es una secta esotérica que adoran al dios
romano Lucifer y que dicho sea de paso,
no aceptan que este dios sea sinónimo del demonio hebreo Satanás.
¿PERO CUANDO APARECE
LUCIFER COMO UN DEMONIO?
En el siglo IV existió
un hombre, un santo, doctor de la iglesia y exegeta. Jerónimo tradujo la biblia
tanto del AT como del NT al idioma latín, esta biblia se llama Vulgata Latina.
El pasaje bíblico que nos compete en este estudio es el de Isaías 14, 12-14:
"¡Cómo has caído del cielo, LUCERO, hijo de la Aurora! Has
sido abatido a la tierra dominador de naciones! Tú decías en tu corazón: "escalaré los
cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el
monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de
las nubes, seré semejante al Altísimo"
Ahora veámoslo en latín:
"Quomodo cecidisti de
caelo, LUCIFER, fili aurorae?! Deiectus es in
terram, qui deiciebas gentes!, qui dicebas in corde tuo: 'In caelum conscendam, super astra Dei exaltabo solium meum, sedebo in monte conventus in lateribus aquilonis; ascendam super altitudinem nubium, similis ero Altissimo'".
Entonces, cuando se tradujo al
idioma latín, los cristianos de los primeros siglos incluyendo al clero, interpretaron que este
lucero no era otro más que el dios romano pagano lucifer. Y como satanás sí que
ya era conocido en el contexto judiocristiano, pues sencillamente lo asociaron
sin hacer una verdadera investigación respectiva.
Por otro lado, ¿ESTE
TEXTO DE ISAÍAS SE REFERÍA A UN DEMONIO (SATANÁS)?
Definitivamente no.
Para leer un texto he interpretarlo, es necesario leer e interpretar el
contexto que le precede y es precisamente en el versículo número 4 del capítulo
14 de Isaías, donde se menciona a quien va dirigida esta sátira, es al rey de
Babilonia y si lo comparamos con Ezequiel 28, 1-2, se menciona al rey de Tiro.
Cabe recalcar que muchos exorcistas y demonólogos citan ambos textos como
referencia a un demonio lo cual es un error.
“Yahveh me dirigio su
palabra en estos términos: Hijo de hombre, dí al príncipe de Tiro: Esto dice el
Señor Yahvéh: Tu corazón se ha engreído y has dicho: Soy un dios, sentado en un
trono divino… (Leer texto completo Ezequiel 28, 1-19)
La cultura judía tenía muy clara a quien se refería
este texto bíblico, sin hacer mención alguna a ningún demonio, fueron
precisamente los primeros padres de la iglesia los que vieron en estos textos
bíblicos una referencia a los demonios al encontrar términos como “morabas en
el Edén, en el jardín de Dios2 (ver.13) “Querubín protector” (ver. 14).
En todo caso, si es que
tratamos de armonizar estos textos bíblicos con un demonio de acuerdo a la
tradición de la Santa Iglesia, lo más lógico sería hacerlo con la persona de
Satanás el enemigo de Dios, no con el dios pagano lucifer.
Ahora que tenemos claro
que Lucifer no es un demonio, analicemos un poco a satanás, el demonio bíblico
que tentó a Jesús.
Yahvéh creo a este
ángel, perfecto y dotado de toda sabiduría, sin embargo y Dios le dio una
misión angélica (mensajero) que no era del todo agradable pero al fin, esa era
su misión. De acuerdo a su raíz etimológica del arameo, la palabra latina
Satanás viene del arameo Ha satán que significa: “El que acusa”, “el que pone
sospechas”, en otras palabras, como dicen en México, era el “rajón”, el que
llevaba los chismes a Dios y los culpaba a los hombres delante del tribunal
Divino, a manera de fiscal acusador. De esta manera podemos entender como este
ángel, puede estar en presencia de Dios, tal como nos lo enseña el libro de Job cuando aparentemente Ha Satán
puede influenciar a Yahvéh para afectar a Job, lo que resultaría inconcebible
si este fuera un demonio. Veamos la fuente:
“Un dia en que los
hijos de Dios fueron a presentarse ante Yahvéh, apareció también entre ellos el
Satán”. (Job 1,6)
Observece dos cosas:
1.
Se presentan ante Yahvéh los Hijos de
Dios (ángeles) y entre ellos El satán, es decir, este era aún hijo de Dios, no
demonio.
2.
Antes de la palabra Satán, se coloca el
articulo EL, lo que indicaba hasta entonces,
más que un nombre personal, una actividad formal, es decir: “fiscal
acusador”
Y para corroborar esto,
vemos claramente en el Salmo 109, 6-7:
“¡Suscita a un malvado
contra él, que un fiscal (arameo Ha satan) se ponga a su diestra; que en el
juicio resulte culpable, su oración considerada pecado!”.
Ahora veamos el libro
de Zacarías 3, 1-4:
“Después me mostró al
sumo sacerdote Josué, que estaba ante el ángel de Yahvéh; a su derecha estaba
el Satán para acusarle. Dijo el ángel de Yahvéh al satan: Yahvéh te reprima,
Satán; reprímete Yahvéh, el que ha elegido a
Jerusalén”.
Vamos claramente el
papel de El Satán, luego este ángel se deformo y se convirtió en demonio
¿Cuándo? No lo sabemos, solo sabemos que se entablo una batalla en el cielo,
Miguel y sus ángeles luchaban contra el gran Dragón, la serpiente antigua, el
llamado Satanás (no lucifer) Apocalipsis 12,7).
Ante todo esto, surge
la siguiente pregunta, ¿CÓMO ES QUÉ LOS EXORCISTAS Y DEMONÓLOGOS HABLAN DE UN DEMONIO LLAMADO LUCIFER?
A manera de ejemplo, el
padre José Antonio Fortea, Demonólogo y exorcista reputado de la iglesia
católica manifiesta que en cierta ocasión un demonio revelo la jerarquía
demoniaca y los enumeró de esta manera:
“Como curiosidad diré
que en un exorcismo un demonio dijo que los cinco demonios más poderosos del
infierno eran en este orden. Satán, lucifer, Belcebú, Belial y Meridiano”
(libro Summa Daemoniaca, pág. 25)
Personalmente no
conozco un dato bibliográfico en el que el padre Fortea haya expulsado a un
Lucifer en un exorcismo, de hecho, él está de acuerdo en que el termino Lucifer
es extrabíblico y que en la cultura hebrea este ser lucifer no era considerado
como un demonio. Pienso que la gran mayoría de los exorcistas y pastores que
realizan exorcismos se han dejado llevar por la tradición sin considerar el estudio de este aspecto
desde la historia y la exegesis bíblica. Por otro lado, el demonio es un
mentiroso y no le resultaría nada difícil mencionar tal nombre “demoniaco”
inexistente en un exorcismo.
Nota: es un aporte
personal, nadie está obligado a creer lo que yo escribo, cada uno haga sus
propias conclusiones basadas en estudios históricos teológicos.
Víctor Gamboa Delgado
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